lunes, 17 de agosto de 2009


Cuando paseas una ciudad como Washington D.C. por segunda vez, la cosa cambia.

Ya no tienes una cara de sapo perdido, y tu mapa ya no se vuela. Sabes como hacer los trasbordos en el Metro, sabes que cosas preguntar, como y donde... sabes todo lo que hay que saber.

Y te lanzas a la aventura. Mi objetivo era ver la Casablanca, tarea pendiente, y recorrerme la zona de George Washington University. Y la experiencia ha sido cienmil veces mejor que la primera vez, al menos hasta las 8 de la tarde.

He ayudado a un mulato que andaba incluso mas perdido que yo, que tenia pensado ir a Boston y a NY los mismos dias que yo. La interesante conversacion ha durado 10 minutos, y a continuacion me he ido encontrando (en un periodo inferior a una hora) con personas que sin motivo aparente me saludaban por la calle.

Por ejemplo, en una tienda buscando una cosa...:
"-Hola, perdona... trabajas aqui?
-No... pero me gustaria trabajar donde tu trabajas."
(silencio)

Este tipo de situaciones se han repetido, como ya digo, unas 20 veces en menos de 50 minutos. Y me he quedado muy rallada. De ir de completa turista luchando por entender aquel maldito acento, a poder mantener una conversacion totalmente surrealista con cualquier persona. Incluso me han tomado por californiana, y estoy tremendamente ilusionada.

Todo el dia ha estado genial. He podido empaparme de la cultura americana... en cada calle encontrabas dos Starbucks, cuatro peluquerias, y unos diez puestos identicos de comida y souvenirs. La gente corretea de un lado para otro, como en toda ciudad, pero a diferencia de Madrid todos llevan su smoothie (batido helado), su cafe, o su bocadillo en la mano. Aqui nadie pasa hambre.

Tras probar un delicioso smoothie de fresa me he dado una vuelta por la zona universitaria, mas parecida a Londres que a otra cosa. Y cuando ya era muy tarde (las 6 de la tarde, por favor!) me he dirigido al episodio mas dificil: volver a casa.

Os recuerdo que la otra vez acabe en la otra punta al norte de Maryland. Pues bien, esta vez he acabado al sur. En este jodido pais no ponen nombre a las paradas, no sabes donde estas, y los autobuseros siempre te dicen que van al sitio que dices. Este ultimo factor es determinante, porque tu confias en esa persona de cara aburrida que conduce... y esperas a una senal o a un algo que te indique que has llegado. Si, si... tu espera sentado.

Cuando me he dado cuenta de que la otra vez me perdi por hacerle caso, he reconocido una gasolinera y una calle y he tirado de la cuerda para solicitar mi parada. Si, en este pais tan avanzado se tira de una cuerda amarilla y tercermundista que cuelga del techo para solicitar paradas. Y me ha dejado a tomar por culo.

He tenido que volver por una calle solitaria paralela a una autopista... que ya me resultaba familiar.
Mientras, el sol iba cayendo y no veia exactamente la hora a la que llegaria a casa. Por el camino, me he dedicado a inventarme canciones para recordarme que jamas jamas jamas deberia volver a coger un autobus americano. Y al final de la calle, donde se supone que tendria que encontrarme con la calle Southway... habia una tienda 7 eleven. No sabria decir si fue ahi cuando me di cuenta de que no tenia bateria en el movil, o cuando intente comunicarme con sus lerdas dependientas. Y fracase. Al parecer, se habian concentrado en ese lugar dejado de la mano de Dios y en ese preciso instante todas las personas bordes y estupidas de la zona.

Desesperada, viendo como se iba haciendo de noche, me encontraba yo en asaberdonde sin telefono. Y encima tenia hambre.


Al final solo he tardado dos horas en encontrar a la unica persona que, a pesar de no tener ni la menor idea del lugar que yo buscaba, me ha dejado su movil para llamar en busca de mi familia adoptiva. Y solo han tardado 40 minutos en llegar... solo. 40 minutos de desesperacion en los que no sabia si llegaria alguien antes de que me comiesen los lobos.

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